Alegría contagiosa y entusiasmo por la buena comida: quienes conocieron a Adriana Restano saben que derrochaba estas dos virtudes y las regalaba a cualquier persona que se cruzara en su camino. La chef y propietaria de Nina Pasta Bar, fallecida el 30 de diciembre a los 44 años de forma inesperada, era famosa en el madrileño barrio de La Latina tanto por su simpatía como por los platazos de comida italiana que servía. Sus espaguetis carbonara, sus “ñoquis bravos” o sus papardelle Capote con rabo de toro bebían de la tradición familiar -la Nina del nombre del restaurante era la abuela de Adriana-, pero la impregnaban de toques castizos sin prejuicios y con mucho sentido del humor.Seguir leyendo.
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